lunes, 28 de diciembre de 2009

Uvas.


Las uvas contienen fitoquímicos que ayudan a reducir el riesgo de cardiopatías, cáncer y apoplejía. Además de las uvas, también el vino tinto, el zumo de uva y las pasitas son ricos en compuestos contra diversos males.

Las uvas contienen:
· Ácido elágico: Se cree que este ácido fenólico de las uvas protege los pulmones contra toxinas ambientales.
· Antocianinas: Algunos estudios indican que estos pigmentos de uvas rosadas y negras suprimen el crecimiento de las células tumorales.
· Flavonoides: Las uvas contienen altos niveles de estos pigmentos antioxidantes buenos para el corazón, que pueden evitar coágulos en la sangre. Los zumos de uvas rosadas y negras son ricos en flavonoides, que ayudan a evitar que el colesterol LDL obstruya las arterias y cree bloqueos que lleven a ataques cardíacos.
· Pectina: Fibra soluble que puede ayudar a bajar el colesterol LDL.
· Quercetina: Flavonoide relacionado con riesgo reducido del desarrollo de cáncer, también puede reducir coágulos en vasos sanguíneos, y aliviar a personas con dolencias respiratorias.
· Resveratrol: Este fitoquímico de la piel de las uvas se ha relacionado con la capacidad para combatir el cáncer, para bajar el colesterol y capacidad para prevenir apoplejías.

Para obtener los máximos beneficios de las uvas, seleccione variedades rosadas o negras, que contienen mayores concentraciones de compuestos saludables.

La uva es una fruta muy completa, rica en azúcares, fibra, minerales como potasio, calcio y magnesio, vitaminas A, C, B1, B2 y PP. Es digestiva, diurética y laxante. Aporta unas 85 calorías por cada 100 gramos. Dado su alto contenido en azúcares deben evitar consumirla tanto los diabéticos como los que estén realizando un régimen de adelgazamiento.

Las buenas uvas no brillan y tienen el tallo verde y flexible. Rechaza siempre las húmedas y las muy pequeñas, arrugadas o con indicios de moho. Son mejores aquellos racimos que presenten los granos separados, pues esto indica una mejor maduración.
Una vez las tengas en casa, no deben lavarse antes del momento de consumo, porque de lo contrario se reblandecen. Lo mejor es guardarlas en el frigorífico sobre papel absorbente para que pierdan cualquier indicio de humedad. Se conservan en óptimas condiciones durante 3 ó 4 días.

La uva puede también emplearse para preparar suculentos platos: desde asados al horno en los que ejerce de acompañamiento ideal, hasta ensaladas o pasteles. Por otro lado, además de utilizarse para elaborar vino, también puede beberse su zumo, el mosto, que además de ser refrescante resulta muy energético, pues tiene un alto contenido en hidratos de carbono directamente asimilables por el organismo. El mosto es asimismo un excelente depurativo y resulta cardiosaludable.

Fuente: Defienda su salud comiendo, Clara.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Un invierno sin catarros.



Resfriados, catarros, tos, gripe, dolor de garganta,…Cuando se va el calor, llegan los gérmenes e infecciones invernales. Si quieres reforzar tu salud para protegerte de los trastornos del frío, aprovecha los “remedios comestibles” de tu despensa.

A medida que descienden las temperaturas, debes elevar tus defensas naturales para hacer frente a las poco severas pero molestas enfermedades del frío. Cuanto más practiques las monodietas de temporada, ingieras las comidas que refuerzan tu salud y sistema inmunológico, y tomes los suplementos más protectores, menos tendrás que acudir al médico y a la farmacia.

Vitamina C: Todo un clásico vigente.

Las investigaciones demuestran que el consumo de ácido ascórbico no sólo contribuye a reducir los síntomas de los resfriados y su duración, sino que además ayuda a prevenirlo. Si el consumo de vitamina C es aconsejable durante el año, no hay que descuidarlo en la temporada fría, cuando incluso conviene reforzarlo. Esta sustancia reduce el nivel en la sangre de la histamina (una sustancia que puede ocasionar inflamación de los tejidos y mucosidad nasal) y además refuerza las defensas naturales del organismo frente a los gérmenes. Algunos expertos creen que el efecto reforzador de la inmunidad de la vitamina C también beneficia a las personas con gripe.

Distintos estudios indican que tomar megadosis (de un gramo o más, varias veces al día) de vitamina C al inicio de los primeros síntomas del resfriado, puede detener su progreso o reducirlo, pero este efecto aún se discute y las dosis superiores a 1200 mg pueden producir diarrea. Lo más aconsejable es reforzar la inmunidad frente a los virus y bacterias, aumentando su presencia en la dieta y bebiendo zumos de las frutas que más la contienen.

Los alimentos más ricos en vitamina C son las naranjas y otros cítricos, las fresas, arándanos, frambuesas, pimiento verde, perejil, col de Bruselas, brécol, melón y tomate. También lo encontrarás en espárragos, guisantes, patatas, piña, maíz y plátanos.

Zinc: El gran enemigo de las infecciones.

Un sistema inmunitario vigilante, que funcione bien, depende de que se le aporte la cantidad adecuada de zinc cada día; incluso una deficiencia moderada de este mineral reduce las defensas ante las infecciones y enfermedades.

Algunos expertos recomiendan tomar dosis altas de zinc desde que ataca un resfriado hasta que desaparezca su último síntoma, para reducir la duración y gravedad de la dolencia. Pero otros estudios indican que la dosis de 25 mg, como las que se recomiendan tomar 8 veces al día para cortar el catarro, pueden menguar las defensas si se toman durante 6 meses, y además los suplementos suelen causar molestias gástricas. Lo mejor es obtenerlo a través de la alimentación.

Las personas vegetarianas, las que siguen dietas bajas en calorías o aquellas que efectúan una intensa actividad física, pueden sufrir déficits de este mineral. Para fortalecer tus defensas, mantén un consumo regular de alimentos ricos en zinc: hígado, ostras, mariscos, vaca, cerdo, cordero, aves, leche, yema de huevo, pan, cereales integrales y germen de trigo.

Proteínas: En su justa cantidad y calidad.

En invierno hay que reequilibrar el consumo de proteínas, los compuestos orgánicos más importantes del cuerpo, ya que son decisivas para las funciones vitales, forman el armazón de los tejidos, mantienen las células y son una pieza clave del sistema inmunológico. Desde los cartílagos, músculos y huesos, hasta las hormonas y enzimas digestivas, todo son proteínas, también imprescindibles para que el cuerpo produzca los anticuerpos para combatir las infecciones.

Es aconsejable redistribuir su ingestión para llegar a los niveles recomendados: 40% de proteínas de alto valor biológico (origen animal) y 60 % de fuentes vegetales (ricas en antioxidantes y protectores, vitaminas y minerales), recortando las de las carnes rojas.

Las fuentes proteicas animales más saludables son el pescado, el huevo, la leche y sus derivados; entre las vegetales, cereales, legumbres, frutos secos y soja. Si comes a mismo tiempo legumbres, cereales y tubérculos obtienen un valor equivalente al de la carne, ya que sus proteínas se complementan entre sí.

Los alimentos estrella.

· Agua: Aunque no es nutritiva, es un sustento vital para la salud. Bebe abundantes líquidos (agua, sopas, zumos, leche, infusiones) durante el día; ayudan a depurar e hidratar tu sistema respiratorio.
· Yogur: Como mínimo 2 ó 3 veces a la semana toma un yogur con bífidus. Sus bacterias colonizan favorablemente el intestino e impiden que lo invadan los microorganismos perjudiciales.
· Soja: Tanto la judía de esta saludable legumbre oriental, como sus derivados (tofu, tempeh, harina, leche) contienen una de las proteínas más nutritivas y completas que existen.
· Ajo: Este bulbo tiene una larga tradición en la lucha contra los catarros, al fortalecer el sistema inmunitario y protegernos contra el virus gripal, ya que estimula la producción de anticuerpos.
· Sopa de pollo: Hace 800 años el médico egipcio Maimónides ya recomendaba este caldo, que estimula el goteo nasal y reduce el tiempo que los virus del resfriado pasan dentro de la nariz.
· Picante: Las comidas picantes, como las aderezadas con guindilla, curry y chile, hacen mucho más fluida la mucosidad, lo que contribuye a descongestionar la nariz y aumentar la expectoración.
· Cebolla: Comer abundante cantidad de esta verdura, cruda o cocinada y usada como descongestionante en los herbolarios, ayuda a aliviar los síntomas del resfriado y a elevar la inmunidad.
· Té verde: Usado en la medicina china para reforzar la inmunidad y como tónico general, ha combatido el virus gripal en pruebas de laboratorio, combatiendo también la fiebre.


Las monodietas.

Las monodietas basadas en el consumo de un solo alimento de temporada y la exclusión de las demás comidas, para que el trabajo digestivo se simplifique y el cuerpo asimile las sustancias nutritivas más rápido, ayudan a eliminar las toxinas acumuladas en el verano y a reforzar la salud ante el cambio de estación.

· Uva: Las vitaminas, minerales, compuestos antioxidantes y fibra de esta fruta de estación la dotan de cualidades desinfectantes, diuréticas, remineralizantes, laxantes y depurativas, que en conjunto elevan la inmunidad y la fortaleza orgánica, y ayudan a eliminar las sustancias nocivas. La cura consiste en tomar durante 3 días hasta 2 kilos diarios de uvas de distintas clases, repartidas en pequeñas tomas cada 2 ó 3 horas, acompañadas de 1-2 vasos de agua antes del desayuno y 2 litros de agua a lo largo de la jornada. Se desaconseja en personas con diabetes, úlcera gástrica o tendencia a la colitis y cálculos renales.
· Manzana: Esta alimentación es ideal para eliminar toxinas y líquidos retenidos, y de paso adelgazar algunos kilos, regular el intestino y purificar la piel. La monodieta debe durar 3 días consecutivos o también hacerse un día de la semana durante un mes y consiste en comer sólo manzanas de distintas variedades (hasta un máximo de 3 kilos en 24 horas) repartidas en 6 raciones a lo largo de todo el día. En principio, esta cura no está contraindicada en ningún tipo de personas.
· Macedonia: Esta monodieta de frutas, muy diurética y desintoxicante debido a su contenido en fibra que favorece el buen funcionamiento del intestino, es especialmente recomendable para las personas que se resfrían con frecuencia. Consiste en comer durante 2 ó 3 días consecutivos, de 1 a 1,5 kilos diarios de varias clases de frutas (manzanas, peras, uvas, naranjas) repartidos en seis raciones a lo largo de la jornada. Pero está contraindicada para las personas diabéticas, con tendencia a sufrir carencias nutricionales, con problemas intestinales, así como para las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.

Otros consejos.

Los alimentos inmunoestimulantes suelen ser los menos procesados y más próximos a su estado no adulterado. Entre los más saludables figuran el pan, los cereales integrales y legumbres, y sobre todo las frutas y verduras muy ricas en fitonutrientes que potencian la salud y combaten las enfermedades.

Las vitaminas A y E junto con el selenio son también decisivos para el buen funcionamiento de las defensas, y aunque no se suelen producir carencias nutricionales importantes de estas sustancias, un pequeño déficit basta para reducir la inmunidad, por lo que hay que asegurarse de ingerir los suficientes en la dieta, que se conseguirá siguiendo una dieta variada.

Los hidratos de carbono simples como el azúcar refinado (abundantes en refrescos, cereales de desayuno, bollería y alimentos procesados) dificultan la capacidad de lucha de las defensas orgánicas contra los gérmenes (limita su consumo) y el alcohol excesivo también deteriora la función inmune.

Fuente: Clara.


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lunes, 14 de diciembre de 2009

El huevo.


Los huevos son una maravilla de la naturaleza. Contienen una fantástica mezcla de proteínas de alto valor biológico, con todos los aminoácidos, agua, vitaminas y minerales.

En el frontispicio de la primera edición de su obra De generatione animalium (1651) William Harvey hizo figurar el lema Ex ovo Omnia – Todo proviene del huevo –. En algunos de los modernos museos de ciencia puede contemplarse hoy día cómo se produce la eclosión de los huevos de gallina, una vez que han transcurrido los 21 días de incubación. La idea inmediata es que el huevo lo contiene todo. Pero en realidad el óvulo que da origen al polluelo es la yema, pues la clara está constituida por sustancias alimenticias. La yema, que al abrir un huevo fresco se presenta bien redonda, se aproxima al 30% del peso de éste; tiene menos agua que la clara y es rica en lípidos (34%), predominando los de ácidos grasos saturados y el colesterol. Contiene también proteínas (16%), vitaminas liposolubles, fósforo y algo de hierro. Su coloración está en relación con la alimentación del animal; así, a mayor presencia de carotenos tendrá un color más anaranjado. A veces puede presentar trazas rojizas de sangre, que provienen del tracto de la gallina, antes de haberse formado la clara y la cáscara, y que, en contra de la creencia popular, no son indicador de que el huevo esté fertilizado. Puestos a deshacer presunciones, recordemos aquí también que el huevo fecundado no tiene ventajas – ni inconvenientes – nutritivos.

La clara, o albumen, llamado así por su color blanco, representa el 60% del peso del huevo y está formada por agua y unas 40 proteínas. No contiene grasas. En los huevos frescos puede observarse una zona, próxima a la yema, de mayor consistencia que no se desparrama. La albúmina es la proteína más abundante y se la considera como patrón, por su contenido en aminoácidos esenciales. Otra de ellas, la avidina, tiene la propiedad de impedir, si el huevo se toma crudo, la asimilación de la vitamina H, importante para el crecimiento. Por ello no es recomendable tomar muchos huevos crudos. Una curiosidad sobre la clara de huevo es que se trata de uno de los escasísimos alimentos que tienen carácter alcalino. Su pH es de 7,6 en el huevo recién puesto y va aumentando con el tiempo hasta 9,7.

El huevo es un potente cóctel de proteínas. En crudo son moléculas solitarias, unas cadenas de aminoácidos enrollados en ovillo que permanecen aisladas. Cuando se calientan, se baten o se encuentran en presencia de ácidos, esos ovillos se abren, exponiendo puntos por los que pueden enlazarse unas moléculas a otras, con lo que se crea una red tridimensional. Si el proceso continúa, se incrementan los enlaces y tiene lugar la coagulación, ya que las estructuras creadas no son solubles en agua. Si se prosigue el calentamiento, se separa el agua que retienen las proteínas y el huevo se endurece y seca. Es un proceso que en la cocina conocemos bien cuando se trata, por ejemplo, de hacer un revuelto.

La cáscara, constituida fundamentalmente por carbonato de calcio, representa el 10% del peso del huevo, y está perforada por entre 7000 y 17000 poros que permiten el intercambio gaseoso con el exterior. Es permeable al agua y su color depende de la raza de la gallina. En contra de lo que piensan muchas personas, los huevos blancos tienen la misma calidad nutritiva que los morenos. Bajo la cáscara existen dos membranas, que son estructuras proteicas que rodean la clara. En el extremo más plano forman la cámara de aire, tanto mayor cuanto menos fresco es el huevo. Por ello, los que tienen unas 4 ó 5 semanas tienden a flotar en el agua.

Los huevos son un modelo de versatilidad culinaria. Se pueden servir solos o encontrarse en salsas, postres, sopas, pudines, rellenos, cremas y otras preparaciones. Las formas más populares de tomarse un huevo son cocido, frito y escalfado. El añadir un poco de vinagre – un ácido – ayuda a que las proteínas coagulen a menor temperatura, con lo que quedará más blando. La clara se solidifica a una temperatura entre 60º - 65ºC, mientras que para coagular la yema son necesarios unos cinco grados más. Para una cocción óptima puede cubrirse el huevo con agua caliente, llevar a ebullición y dejar 10 minutos sin mucho calor. Todos hemos visto huevos con exceso de cocción: la clara adquiere una gran consistencia y la yema aparece recubierta de una capa verdosa, de sulfuro de hierro II.

Freír un huevo es una tarea considerada como de iniciación a la cocina, aunque hacerlo bien no resulta fácil, ni mucho menos. Es importante partir de huevos muy frescos. El aceite, abundante, no debe estar ni demasiado frío, ni tampoco hirviendo. La teoría dice que la temperatura ideal debe estar entre 125º y 140ºC. Obviamente, el aceite será de oliva. Con una espumadera se rocía el huevo con la grasa caliente, para lograr la coagulación superficial de la parte superior, mientras el interior permanece semilíquido.

Los huevos escalfados se consiguen abriendo el huevo en una taza de café o cucharón y dejándolo caer desde muy cerca en agua con algo de vinagre que está a punto de hervir, sin llegar a ebullición franca, ya que la turbulencia ayudaría a dispersar la clara. Es imprescindible partir de huevos muy frescos, para que la yema permanezca envuelta en el albumen, que formará un globo blanco. Se sacan con una espumadera cuando la clara haya cuajado.

Otros huevos.

Hasta la domesticación de las gallinas, hace unos 8000 años en China y la India, el ser humano se hacía con los huevos de las aves salvajes. El punto de partida para el consumo habitual de huevos en Occidente fue en el siglo V a.C., cuando en Grecia e Italia comenzaron a criar gallinas, aunque ya conocían el sabor de los de oca, pintada y pato. Para los amantes de lo exótico, los más asequibles hoy son los siguientes:

·Avestruz: El huevo puede pesar entre 1,5 y 1,8 kilos, lo que equivale aproximadamente a 24 de gallina, y tarda hasta una hora y media en cocerse. Tiene una cáscara dura, de unos 2 mm de espesor, con aspecto de porcelana y color crema-blanco brillante, con poros grandes y visibles, que es capaz de soportar el peso de una de estas aves – más de 125 kilos –, por lo que hay que abrirla con cuidado, pero con contundencia. Lo mejor es ayudarse de un destornillador y un martillo para hacer un orificio redondo en una de sus puntas. El huevo de avestruz tiene menos grasa que el de gallina, pero es de sabor fuerte y tiene mucha yema, por lo que se suele rebajar con agua para hacer tortillas. Puede dar para 15 personas.



·Pato: Los chinos son muy aficionados a estos huevos. Contiene una mayor proporción de albumen. La yema contiene más grasa que la del huevo de gallina. Son muy ricos en vitamina A y en las del grupo B. Normalmente se toman cocidos, y es curioso saber que tras la cocción la clara se vuelve algo azulada y la yema de un color naranja rojizo.



·Codorniz: La cáscara tiene diferentes patrones de dibujo, lo que en estado salvaje servía al ave para reconocer los propios. Pesan alrededor de 10 gramos y se cuecen en 5 minutos. Son más energéticos, ricos en hierro y vitaminas del grupo B que los de gallina. Tienen menor proporción de vitamina E.

Fuente: Muy Interesante.



Sitiopedia

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Las bayas.


Las zarzamoras, frambuesas, fresas, arándanos,… son una excelente fuente de energía que además nos aportan elementos tan importantes como son la fibra, folatos y fitoquímicos que ayudan a prevenir cardiopatías, cáncer y nos mejoran la memoria.

El ácido elágico posee la capacidad de prevenir la acción de ciertos carcinógenos y aparece sobre todo en zarzamoras, frambuesas y fresas.
La vitamina C siempre se relaciona con mejoras del sistema inmunitario y del tejido conectivo siendo las fresas y los arándanos donde se encuentran en mayor cantidad.
Los taninos participan en la eliminación de bacterias que colonizan el tracto urinario. Los arándanos y la zarzamora serían las bayas de elección en estos casos.
La quercetina es una flavonoide importantísimo que protege contra cardiopatías, cáncer y cataratas, además de disminuir los síntomas de alergias y asma.
Las antocianinas son esos pigmentos vegetales que presentan las bayas y que tienen un alto poder antioxidante. Gracias a ellas, los radicales libres son eliminados y se evita que causen males en el organismo.
El kaempferol es un flavonoide que participa en la disminución del colesterol LDL y se piensa que puede reducir la acción de algunos agentes carcinogénicos.

Las bayas se recomienda consumir de manera natural ya que la cocción aunque no destruye el ácido elágico, sí que elimina parte del folato y la vitamina C.

A pesar de que está en proceso de estudio, se comenta que es posible que los arándanos nos ayuden a combatir la pérdida de memoria. Aunque no se conoce aún el compuesto causante sí que se conoce que el motivo es su acción antioxidante sobre las neuronas.
Fuente: Defiende tu salud comiendo.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Arroz.


El arroz, imprescindible en todas las cocinas, es una importante fuente de hidratos de carbono complejos, fibra y nutrientes esenciales. Sin gluten, es la opción natural para quien sufre enfermedades celiacas o alergia al gluten del trigo.

El arroz contiene:

· Folato: El arroz enriquecido es una buena fuente de vitamina B, que ayuda a disminuir el riesgo de defectos congénitos y cardiopatías.
· Hidratos de carbono complejos: Proporcionan energía y ayudan a absorber fluidos, contribuyendo a la reputación del arroz blanco como un buen remedio contra la diarrea y la acidez.
· Magnesio: El arroz integral proporciona niveles altos de este mineral, que puede mejorar los cálculos renales.
· Orizanol: Se investiga su potencial para aliviar los sofocos de la menopausia, bajar niveles de colesterol y evitar la dañina conversión de compuestos de nitrógeno en nitrosaminas, que causan cáncer. Está presente en la capa de salvado del arroz integral.
· Selenio: Este mineral antioxidante se asocia con la prevención de alergias, asma, cataratas, infertilidad y próstata con problemas.
· Vitamina B6: Esta vitamina puede ayudar a impedir alergias, ansiedad, asma, depresión y cardiopatías. El arroz integral proporciona cantidades sustanciales: 0.3mg.

Si cocina arroz y lo enjuaga antes o después, elimina nutrientes esenciales; tampoco lo cocine con demasiada agua, para que conserve las vitaminas B. Sírvalo con alubias, guisantes y otras legumbres, para una proteína completa.
Prefiera arroz integral, que contiene más vitaminas y minerales que el arroz blanco común y mucho orizanol y fibra insoluble. A algunas marcas de arroz blanco “enriquecido” se les han agregado muchos nutrientes ausentes.

Después del trigo, el cereal más cultivado del mundo es el arroz. Comenzó a utilizarse en Asia, quizás unos 6000 años antes de Cristo. Aunque en un principio los tres cereales básicos caracterizaban continentes - trigo para Europa, arroz para Asia y maíz para América -, hoy el arroz es alimento básico no sólo en Asia, sino también en muchos países de Iberoamérica. La introducción del arroz en España se debe a los árabes y tuvo lugar a partir del siglo XVIII. El cultivo logró un notable desarrollo en el siglo X, durante el califato de Abderramán III, en la zona de Valencia, donde el suelo, los sistemas de riego y el clima eran más favorables para esta gramínea. Las áreas de cultivo se extendieron hacia otras zonas mediterráneas, como el delta del Ebro y Murcia, y más adelante a las marismas del Guadalquivir y algunos lugares de Extremadura. Actualmente cada español consume unos 6 kilos de arroz al año.
El arroz es una planta gramínea de la que se estima que existen en el mundo unas 2000 variedades, que en esencia se clasifican en dos grupos: japónica (de grano medio o corto) e índica (de grano largo). En España se cultivan comercialmente 40 variedades, casi todas del grupo japónica. Para la alimentación se usa la semilla, que está cubierta por una cascarilla que es rica en sílice. Cuando a partir de 1870 se extendió el uso de los molinos a vapor y se generalizó el consumo de arroz descascarillado, se descubrió que esa cascarilla contenía también vitamina B1 (tiamina), y que la ausencia de la misma era lo que producía la enfermedad conocida como beriberi. En la composición del grano predominan los hidratos de carbono, sobre todo el almidón, que supone el 90% de su peso. También contiene otros azucares y fibra. El contenido en proteínas es del 8%. Entre los minerales que contiene destacan el fósforo, potasio, silicio y magnesio.

Las recetas españolas más antiguas corresponden a la cocina hispano-magrebí. Ya en el siglo XIII se preparaba el arroz cocinado con leche y azúcar. El arroz con leche continúa siendo un postre tradicional en muchas casas, normalmente aromatizado con canela. A pesar de existir numerosas restricciones sobre su cultivo, debido a razones sanitarias – como su relación con la propagación de la malaria, tarea que tan eficazmente realiza el mosquito anopheles –, entre los siglos XVIII y XIX el arroz se convierte en un alimento básico en España, y son numerosas las recetas que aparecen en los libros de cocina para prepararlo.

El grano de arroz posee las cualidades idóneas para empaparse de los sabores del caldo donde se cuece. De ahí su versatilidad para acompañarse de todo tipo de carnes, pescados, mariscos o verduras. El secreto está en conseguir el punto óptimo de cocción, sin que el grano se abra, pues al hacerlo se desprende el almidón, disminuye la intensidad del sabor y se pierde la textura idónea. Las variedades de grano largo, como Italpatna y Bleubelle, absorben menos agua, requieren un tiempo de cocción algo mayor, tienen menos almidón – con lo que se apelmaza menos – y se utilizan para arroces “en blanco”, como acompañamiento de diversos platos. Entre las de grano medio, en España destaca por su producción y calidad la variedad Bahía.

Son muchos los partidarios del arroz Bomba, sobre todo para preparaciones caldosas. Un detalle característico de esta variedad de grano corto y redondeado es que no se abre longitudinalmente como las demás, sino que durante la cocción se agrieta con fisuras transversales, que le dan un aspecto estratificado y hacen aumentar la longitud hasta dos y tres veces la del grano crudo. En estas fisuras se alberga el caldo de cocción, en una cantidad que llega a ser dos veces y media el peso del grano, con lo que concentra mejor los sabores. Si a todo esto le añadimos que no se empasta después de la cocción, y que su producción es escasa, entenderemos el motivo de su prestigio. Otra posibilidad de arroz caldoso – éste para los días de invierno – es hacerlo amb fessols i naps. En algún tiempo podía ser así, sólo con alubias y nabos, una preparación propia de la cuaresma para zonas de montaña. La verdad es que hoy constituye de hecho uno de los platos más consistentes del arroz, pues el puchero puede llevar, además, carne de cerdo, tocino, morcilla de cebolla y jarrete de ternera; también otras carnes, como el pato, ingrediente propio de la Albufera. Como vegetales, y además de los imprescindibles nabos y habichuelas, pueden añadirse cardo, algo de patata y un sofrito de tomate y cebolla. Las claves son que no quede con exceso de grasa y, como siempre, que el grano no se pase.

La paella valenciana.

Preparar la paella, plato que lleva el mismo nombre que el recipiente en el que se elabora, exige una sartén amplia, baja y con dos asas en donde el espesor del cereal ha de ser del orden de un centímetro si se quiere conseguir resultados satisfactorios. Cualquier valenciano nos dirá que lo ideal es hacerla “oficiando” al aire libre, con leña seca – a ser posible de naranjo – y disfrutada en comunidad, tomando cada uno poco a poco del recipiente, con una cuchara de madera de boj, la porción correspondiente al triángulo que le corresponde. Evidentemente, son varios los factores que convierten la elaboración y consumo de la paella en un auténtico rito social, de camaradería y amistad.
Sabiendo que puede llevar de todo, la paella valenciana por antonomasia lleva conejo y pollo – a veces también pato – en trozos pequeños, además de judías verdes, garrofó (alubia blanca ancha y plana), tavella (judías de grano tierno) y caracoles de huerta (baquetas). Se aromatiza con una ramita de romero y se colorea con azafrán, y en casos, pimentón. También se pone algo de tomate, e incluso otras verduras, como alcachofas o guisantes, según la temporada. La lista de ingredientes necesarios se completa con arroz, agua, aceite de oliva y sal.


Fuente: Muy interesante.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Los frutos del otoño.


En otoño, el bosque huele a humus, una palabra que en latín significa tierra y que nuestra cultura hermanó con otras que nos implican directamente como humano, humanidad o humanismo. Por mucho que pueda apetecernos en esta ocasión, humus no tiene relación etimológica con humedad, que viene de la contracción umiditas, -atis, a la que luego regalaron artificiosamente la hache inicial. Con independencia de que la humedad sea muy importante en esta cuestión de aromas otoñales, tampoco lo es todo. El olor del bosque en otoño es un abanico amplísimo en donde solámente las setas ofrecen, según los micólogos, unos 278 aromas diferentes. Si pensamos en que, a la hora de apreciar las comestibles, nuestras papilas gustativas pueden apreciar más de 100 sabores de setas, comprenderemos por qué estos frutos del bosque pueden ser en sí una buena excusa para una excursión por el monte.

En los bosques de España existen multitud de setas diferentes, pero los aficionados sólo recogerán dos o tres especies, aquellas que se conocen bien, aceptando que las otras son venenosas por definición. Nunca estará de más repetir que jamás debe comerse una seta recogida en el campo que no se conozca perfectamente, y todos sabemos que hay algunos parecidos peligrosos. No existe receta ni fórmula sencilla alguna para distinguir las setas venenosas. Entre las comestibles más populares estás los boletos, el níscalo, el rebozuelo, la seta de cardo, la colmenilla y el perrechico. El cultivo ha extendido el consumo de otras variedades de setas, como el champiñón o la equívocamente llamada seta de cardo.

Entre las primeras en aparecer tras el verano está la oronja, que crece sobre todo en bosques planos y soleados de alcornoques, encinas, castaños y robles; siendo la seta más hermosa que uno puede encontrarse, es también la más exquisita. El sombrero es de un intenso color anaranjado, mientras que el pie y las laminillas son amarillas. Al nacer aparece envuelta en un huevo blanco que luego se abre mientras el sombrero crece. Puede consumirse cruda, en láminas finas, con una vinagreta muy suave y unas arenas de sal. A la plancha, frita y en otras preparaciones también resulta excelente. Es también una de las más escasas, con lo que resulta una seta especial que justifica su precio en el mercado.

Existen recetas polivalentes que sirven para distintas variedades de setas, y también para mezclas de ellas, como puede ser el ponerlas a la plancha, saltearlas en aceite con un toque de ajo o acompañarlas con huevos en revuelto, pero entre las especies citadas algunas preparaciones constituyen caprichos de cada otoño. Por ejemplo, tomar los boletos salteados en una mantequilla donde previamente se ha pochado la cebolla rallada; los níscalos acompañan muy bien a una liebre o conejo de monte y los rebozuelos se convierten en angulas si van cortados en tiritas y preparados al ajillo. Aunque son setas de primavera, las colmenillas son las que mejor aceptan el secado, de modo que incluso ganan en intensidad de aroma; van bien con una bechamel muy ligera, que acepta la presencia de pimienta recién molida. Tienen una oquedad que permite rellenarlas, por ejemplo, con hígado de pato.

Las trufas son las reinas entre los frutos del bosque. Es un hongo que crece bajo tierra, lo que hace que sea difícil de encontrar. Antiguamente para buscarlas se utilizaban cerdos, capaces de detectar su presencia aunque estuvieran muy enterradas – dicen que por la semejanza en el olor con alguna hormona sexual – pero a veces era inevitable que se las comiesen. Hoy se emplean perros adiestrados. Existen en España dos variedades; la blanca, que se encuentra en verano, y la negra, propia del invierno. La negra es notablemente de mayor calidad. Una pequeña porción sirve para aromatizar el plato que se desee. Con poner unas rayaduras en un litro de aceite tendremos a disposición durante meses un aderezo extraordinario para ensaladas especiales.

Entre los frutos del bosque, las castañas han tenido quizá el uso más amplio en la cocina. Asadas, cocidas y aromatizadas con anís, en puré como guarnición de caza mayor o convertidas en marrón glacé, las frutas del castaño son conocidas por todos. Antes, hasta se fabricaba pan con su harina.
Fuente: Muy Interesante.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Tomate.



Disfrute de los tomates y productos a base de tomate, ricos en fitoquímicos, pues los nutrientes de esta hortaliza parecen actuar en conjunto para proteger contra el cáncer (sobre todo de próstata), arterias obstruidas y afecciones de la piel.

Los tomates contienen:
·Ácido clorogénico: Presente en gran cantidad en tomates recién recolectados, este compuesto puede proteger contra el cáncer al inhibir toxinas ambientales como nitrosaminas del humo de tabaco.
·Ácido cafeico y ferúlico: Estas sustancias anticáncer aumentan la producción de enzimas del organismo contra el cáncer.
·Betacaroteno: Este pigmento bioactivo ayuda a prevenir acné, algunas formas de cáncer (estómago, páncreas) y pérdida de la vista.
·Licopeno: Abundante en los tomates, este pigmento puede ser un antioxidante más fuerte que el betacaroteno y evitar el daño a las células que propicia ataques cardíacos y cáncer. En un estudio, hombres con dietas ricas en licopeno bajaron un 50% su riesgo de ataque cardíaco, y muchos estudios indican que el licopeno protege contra el cáncer de próstata. El jugo de tomate es una fuente muy concentrada.
·Luteína y zeaxantina: Estos carotenoides del tomate pueden unirse para prevenir pérdida de la vista y, posiblemente, cáncer.
·Vitamina C: Presente, sobre todo, en la sustancia gelatinosa que rodea las semillas del tomate, la vitamina C puede proteger contra cardiopatías, infecciones respiratorias, cáncer de piel y pérdida de la vista.

Curiosidades.

Es importante saber que el licopeno se absorbe mejor en formas concentradas del tomate como pastas, jugo, ketchup, salsas y sopa. Cuanto más concentrada la fuente de tomate, más concentrado el licopeno. El calor y el aceite mejoran su absorción y la del betacaroteno, aunque se pierde parte de la vitamina C.

Andy Warhol (1928-1987) pintó y serigrafió en los años 60 más de un centenar de veces las latas de tomate Campbell, tratando de ilustrar su redefinición del arte en clave popular. Señalaba como pretexto para haber escogido ese tema que su madre se la había puesto para comer todos los días durante 20 años. Nunca un producto comercial ha tenido un respaldo tan grande desde el mundo de la cultura, y Warhol estaba encantado de haber exhibido la falta de fronteras entre el arte y el comercio. Para conmemorarlo, en abril de 2004, la empresa quiso homenajear al artista poniendo en el mercado una edición limitada de latas de la famosa sopa de tomate con etiqueta en cuatro versiones de distintos colores, rompiendo así la tradición que había identificado sus productos desde 1898.

En 1897 la empresa de conservas vegetales Campbell andaba preocupada por las ventas de una sopa de tomate que había puesto en el mercado 2 años antes. Fue entonces cuando John T. Dorrance, un químico de 24 años recien licenciado, tuvo la idea de eliminar las dos terceras partes del agua, inventando así la sopa condensada, lo que permitía ahorrar considerables cantidades en envasado, almacenamiento y transportes. Así comenzó el crecimiento de la compañía hasta convertirse en la más importante en su género. El año siguiente un ejecutivo de la empresa, Herberton Williams, propuso que las latas del producto llevasen una etiqueta en blanco y rojo, los colores de su equipo de rugby favorito, el de la Universidad de Cornell. Hoy se venden unas 240.000 latas al día de esta sopa de tomate.

La historia de los productos del tomate es reciente, aunque en América los incas y aztecas cultivaban la planta que llamaban tomatl ya desde 700 a. de C. Cuando fue traida a Europa destacó por su valor ornamental y por la belleza de sus frutos, que en su versión amarilla merecieron un nombre en italiano: pomodoro, esto es, manzana de oro. Utilizada como planta ornamental en patios y jardines, por entonces quedó asociada a otras solanáceas venenosas, como la belladona, así que se consideraba que también lo era. No en vano, sus hojas contienen, como las de la planta de la patata, un alcaloide llamado solanina. Hasta el s. XIX los tomates no fueron universalmente aceptados como alimento, e incluso entonces todavía se cocían durante horas para eliminar sus “venenos”. En la segunda mitad del siglo, por fin, comenzaron a tomarse crudos. Hoy están entre los vegetales más consumidos y deben su prestigio nutricional, sobre todo, al contenido en vitamina C y betacaroteno.

Para nosotros, el tomate es la esencia de la famosa salsa ketchup. Pero en sus principios no fue así. El origen de este popular acompañante de patatas, salchichas y hamburguesas está en una salsa picante y salada llamada ketsiap que los chinos utilizaban para el pescado y la caza, y que podría haber estado hecha a base de pescado en salmuera. A finales del s. XVII fue conocida en Inglaterra, donde comenzaron a llamar ketchup a toda salsa espesa, salada y con muchas especias. Se sabe que distintas versiones de los primeros ketchup europeos incluían nueces, anchoas, setas, pepinos y ostras; pero ninguno de ellos llevaba tomate. La fórmula que hoy es popular se la debemos al estadounidense Henry Heinz quien la puso en el mercado en 1876. La composición declarada afirma que contiene pasta de tomate, vinagre, azúcar y especias.

El Bloody Mary es un famosísimo cóctel que hace referencia a María Tudor, nieta de los Reyes Católicos hija de Enrique VIII de Inglaterra y segunda esposa, además de tía, de Felipe II. Esta se hizo famosa por llevar a la hoguera a cientos de protestantes, de modo que el colectivo reaccionó colocándole el sobrenombre de “la sanguinaria”. Del color de la sangre nace el nombre de uno de los cócteles de verano más populares en todo el mundo, que comenzó a servirse en la Nueva York de los años 20.Aunque hay discusiones sobre quién es su creador, en lo que está todo el mundo de acuerdo es en que ha de llevar zumo de tomate y vodka, mejor en la proporción 2 a 1 con algo de zumo de limón, hielo, sal y algunos aderezos al gusto, como salsa de Tabasco, Worcestershire, o pimienta negra recién molida. Hay que tomarlo con tranquilidad.

El tomate es un compañero inmejorable de la pasta, en cualquiera de sus variantes. La salsa llamada Napolitana tiene su primera receta documentada en el año 1692, donde consta como “salsa de tomate al estilo español”. Hoy la preparación a partir de tomates que previamente hemos escaldado para quitarles la piel, limpiamos de semillas y troceamos. En una sartén pochamos en aceite un poco de cebolla rallada, para luego añadir el tomate, que dejamos freír también muy lentamente, añadiendo luego orégano y albahaca, para sazonar al final con sal y pimienta blanca.

Puestos a hablar de tomate con nombre propio no podemos olvidar la variedad FlavSavr, lanzada en 1994 por la compañía Calgene. Fue el primer producto transgénico puesto en el mercado. En el caso de este fruto creado por ingeniería genética no se introducía ningún gen extraño, sino que sólo se suprimía uno que tiene la hortaliza y está relacionado con su descomposición, pues es el que hace degradar las paredes celulares. Así se logró un tomate con mayor capacidad de conservación que también presenta un mejor aspecto y sabor. En ello aventaja a otros tomates que encontramos en el mercado, pues normalmente estos han tenido que recolectarse cuando aún estaban verdes en la planta, y luego fueron sometidos a una maduración artifial en atmósfera de etileno, de modo que no desarrollan todas las sustancias aromáticas que tienen los tomates que han alcanzado su madurez en la planta.

Cualquiera que haya tomado un tomate madurado en la mata, disfrutando de su textura, sabor y aroma, sabe que estos frutos no deben tomarse si han pasado por la nevera, pues de esta forma son mucho menos sabrosos. El tomate es enemigo del frío. Ello es porque las bajas temperaturas no permiten que el ácido linoleico se transforme en los compueto que caracterizan el tomate maduro, que ha podido transformar el almidón en azúcares y pérdido acidez. Y jamas deben servirse fríos, porque nos quedaremos sin apreciar la presencia de los compuestos volatiles. Si hemos de comprar tomates que no han llegado a madurar, es aconsejable dejarlos fuera de la nevera, envueltos en papel, y mejor en compañía de un plátano; el etileno liberado por éste ayudará a su maduración. Pero para llegar al sabor profundo del auténtico tomate espere usted a que llegue el verano. No es éste un fruto de invierno.

El misterio del ketchup.

La salsa ketchup forma parte de un grupo de fluidos que manifiestan la misteriosa propiedad de volverse líquidos si se agitan. Así, es difícil verter las primeras gotas de una botella, porque la salsa está espesa o viscosa, pero si la agitamos, ésta fluye con facilidad. Hay otros líquidos, como la sangre, las pinturas plásticas o el esmalte de uñas que gozan de esta propiedad. Se llaman líquidos no newtonianos o tixotrópicos. Los científicos no tienen aún una explicación para este complejo fenómeno, que probablemente depende de un gran número de interacciones entre partículas. En concreto, en el ketchup pueden hallarse desde minúsculos iones de sodio hasta fragmentos visibles de tomate. Parece que la razón principal estriba en la existencia de microfibras en el tomate macerado, que con la inmovilidad se enlazan y crean una estructura de gel que gana consistencia con el tiempo. Cuando se agita, esta se rompe y vuelve la fluidez. Quizás la sangre de los santos que se licua en ciertos días está emparentada con el ketchup en esta condición no newtoniana.


Fuente: Muy interesante, Defienda su salud comiendo.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Alimentos para fortalecer la sangre.


Una sangre bien alimentada supone un organismo sano y resistente, con capacidad y fuerza para desarrollar su actividad sin cansancio y también para responder frente a las infecciones.

Las células sanguíneas necesitan nutrientes específicos para su correcta formación y desarrollo. La alimentación debe atender estos requerimientos a lo largo de la vida y, en especial, durante determinadas situaciones como son el embarazo, la lactancia y las etapas de crecimiento infantil y adolescente. También las mujeres en edad fértil precisan una alimentación equilibrada que reponga las pérdidas menstruales y que debe ser especialmente rica en hierro y en vitamina C, con el objetivo de facilitar la absorción del mineral.


Las vitaminas y minerales que colaboran en la formación de las células sanguíneas son:



· Ácido fólico: Es necesario para la formación y la maduración de los eritrocitos y los leucocitos.
· Vitamina B6: Es importante para la formación de la hemoglobina y para la estimulación de las defensas.
· Vitamina B12: Junto con el ácido fólico, la vitamina B12 es indispensable para la maduración y desarrollo de los glóbulos rojos.
· Vitamina C: Estimula la absorción del hierro y aumenta las defensas contra las infecciones.
· Vitamina K: Esta vitamina es necesaria para la formación de factores de coagulación de la sangre.
· Vitamina E: Favorece la supervivencia de los glóbulos rojos porque los hace resistentes frente a los agentes destructivos.
· Hierro: Es indispensable para la formación de la hemoglobina. Su función principal en el organismo es transportar el oxígeno a las células.
· Cobre: Este mineral ayuda a que el hierro almacenado esté disponible para la producción de glóbulos rojos. Además, estimula la capacidad inmunitaria del organismo.
· Cobalto: Fundamentalmente interviene en la formación de los glóbulos rojos y la hemoglobina, junto con la vitamina B12.
· Zinc: Es importante su intervención en la formación de los linfocitos, responsables de una buena inmunidad.
· Yodo: Imprescindible para una correcta formación de glóbulos rojos y una buena producción de plaquetas.


En esta lista de alimentos vereis lo que aporta cada uno:



· Hígado: Ácido fólico, vitamina B6, vitamina K, hierro.
· Levadura de cerveza: Ácido fólico, vitamina B6, vitamina B12, hierro, cobre, cobalto, zinc, yodo.
· Huevos: Ácido fólico, vitamina B12, vitamina K, vitamina E, hierro.
· Carne de cerdo y pollo: Vitamina B6, yodo.
· Legumbres: Ácido fólico, vitamina E, cobre, zinc.
· Cereales integrales: Vitamina B6, hierro, cobre, cobalto, zinc.
· Pescados: Vitamina B6, vitamina B12, zinc, yodo.
· Kiwi, naranja y limón: Ácido fólico, vitamina C y yodo.
· Frutos secos: Vitamina B6, cobalto, yodo.
· Espinacas: Vitamina B12, vitamina C, yodo.
· Leche: Ácido fólico, vitamina B6, yodo.
· Germen de trigo: Ácido fólico, vitamina B6, vitamina C.
· Carnes magras: Ácido fólico, cobre, zinc, yodo.
· Ostras y berberechos: Vitamina B12, hierro, cobre, cobalto, yodo.
· Patatas: Ácido fólico, vitamina B6, vitamina C, hierro.
· Col y coliflor: Vitamina C, vitamina K, hierro.

Fuente: Cuerpo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Gelatina.


Es incolora, inodora e insípida, pero está muy lejos de ser inconveniente: esta sustancia proteínica, que se obtiene de los huesos y tejidos animales y sigue siendo una gran desconocida para mucha gente, no sólo aporta variedad a la mesa y placer al paladar, sino grandes beneficios para la salud y la silueta.
Sumamente digerible y adaptable a casi todas las comidas, desde carnes, verduras y frutas hasta postres y lácteos, bebidas y todo tipo de comidas dulces o saladas, frías o calientes, la gelatina permite ampliar y enriquecer la mesa cotidiana, con infinidad de platos originales y saludables y con un bajo aporte energético.
Desde que su proceso de elaboración fue perfeccionado a finales del s.XVII y desde la época en que nuestras bisabuelas la fabricaban cociendo durante horas un caldo de cortezas, huesos, cartílagos y tendones que al enfriarse se gelatinizaba, la tecnología para producirla y su presencia han crecido mucho.

La gelatina es un alimento y no un aditivo. Es una proteína que se obtiene al extraer y procesar el colágeno presente en la piel y el tejido óseo de animales vacunos, bovinos y porcinos.
Un 90% de su contenido son proteínas, formadas por arginina, tirosina, lisina y la mayoría de los aminoácidos esenciales; el 1-2% corresponde a sales minerales y el resto a agua. No contiene colesterol ni materias grasas y contiene un bajo contenido calórico (la cantidad necesaria de gelatina para cuajar medio litro de jalea contiene únicamente 40 kilocalorías).
Está exenta de conservantes y aditivos, aunque a veces se le añaden colorantes, sabores, vitaminas y minerales, para preparar comidas o enriquecer sus suplementos.
La presentación más corriente es en polvo, con distintos tamaños de grano. También se comercializa en forma de hojas traslúcidas, una presentación muy usada en la producción artesana y la cocina casera, y más fácil de dosificar.
En el mercado podemos encontrar desde gelatinas saborizadas para platos o postres y preparados hidrolizados que no gelatinizan, hasta gelatinas instantáneas en forma de polvo deshidratado que no requieren remojo ni calentamiento previos.
La industria aprovecha sus cualidades de espumar, gelificar, espesar, emulsionar, retener la humedad y dar consistencia para fabricar desde jaleas, golosinas, productos de panadería y bollerías y derivados del pescado hasta helados, bebidas, alimentos lácteos y para untar; en la cocina casera se la utiliza para preparar todo tipo de platos: sola o combinada con frutas, zumos, verduras o carnes, permite preparar ricas y sabrosas jaleas, postres, patés, caldos, mousses y helados.

Junto con el pescado (sardina, salmón), el hígado de vaca, el tomate, la patata y los mariscos, la gelatina es una gran fuente alimenticia de flúor, un mineral que en pequeñas cantidades ayuda a mantener el esmalte de los dientes, reduciendo la aparición de caries, y parece tener un efecto positivo sobre los huesos, ayudando a evitar que pierdan densidad.

Aunque la palabra artrosis te resulte lejana en el futuro, recuerda que es un proceso lento que comienza en la juventud y conviene prevenir lo antes posible. Desde hace años, la gelatina se viene utilizando en el tratamiento médico de trastornos del tejido conjuntivo como la artrosis, un deterioro progresivo de las articulaciones que causa dolores, inflamación y, finalmente, deformación y rigidez articulares. Algunos estudios han mostrado que la terapia de gelatina incluso consigue regenerar el cartílago de las articulaciones. El efecto positivo de la gelatina sobre la salud articular parece deberse a su riqueza en sustancias activadoras del colágeno: la proteína que estructura la piel, huesos, cartílagos y tendones.

Investigaciones recientes indican que la gelatina también parece ejercer un efecto beneficioso en el rendimiento de los atletas, porque contiene dos aminoácidos clave: la lisina, importante para el desarrollo muscular, y la arginina, un precursor de la creatina, otra sustancia que resulta vital para garantizar un correcto metabolismo de la energía en las células musculares. Su alto contenido en prolina también es importante, porque ahorra al metabolismo del atleta las grandes cantidades de energía que requiere el organismo para sintetizar este aminoácido.

La gelatina es un valioso auxiliar para todo tipo de dietas de adelgazamiento, ya que posibilita elaborar platos muy complejos desde el punto de vista nutricional, pero, a la vez, con bajo contenido calórico. La gelatina, contiene 0% de grasas, azúcares, purinas y colesterol. Además tiene un gran poder de retención de líquidos, lo que contribuye a generar sensación de saciedad después de comer y la convierte en una alternativa apropiada a los aglutinantes de contenido calórico elevado, como la crema de leche, la yema de huevo o las féculas y almidones. También favorece tu imagen ya que la ingestión habitual de gelatina activa el funcionamiento enzimático y la síntesis del colágeno en la piel, además de ayudar a aumentar la capacidad de absorber agua de la epidermis, lo que le confiere al cutis una textura más suave.

A favor de la gelatina diremos que beneficia tu cuerpo, porque hace más variada tu alimentación, es muy digerible y en algunos casos se la enriquece con sustancias nutritivas como la vitamina C, y porque, además de sus virtudes saludables, puede ayudarte a adelgazar al aumentar la sensación de saciedad.
Es económica, porque un poco de gelatina cunde mucho, puede usarse para dar volumen a ingredientes más caros y su precio es muy asequible.

En contra está el caso de si eres vegetariano/a ya que la gelatina no será apta para tu dieta al extraerse de distintas reses.
Y hay que tener cuidado porque, si bien la gelatina es baja en calorías, las variedades preparadas para postres, a las que se les ha agregado azúcares, tienen un considerable contenido calórico, igual que muchos alimentos con los que se combina la gelatina, muy dulces o ricos en grasas, los cuales engordan si se comen en exceso.


Fuente: Cuerpo.