martes, 5 de enero de 2010

Frutas secas.


Si las uvas pasas o las ciruelas secas fueran protagonistas de una película de dibujos animados, poco tendrían que hacer frente a la tersura, olor, jugosidad y color de las frutas frescas. Sin embargo no hay que dejarse llevar por las apariencias, la fruta seca puede resultar poco atractiva pero es sabrosa y regala salud a raudales.

La fruta seca es la más adecuada durante los meses fríos, cuando la cosecha de la fresca es mucho más limitada. No es vano ha sido durante años y años el postre habitual en los meses de invierno.
Es variada. Si examinas con atención la oferta, comprobarás que tienes mucho donde elegir y muchas posibilidades de preparación.
No se estropea, ni se pierde con el paso de los días como la fresca. Asta guardarla en un sitio fresco y seco para mantenerla en su punto.
Te permite satisfacer esa necesidad de tomar algo dulce sin temor a las llamadas calorías vacías tan abundantes en las golosinas.
Así y todo, la pregunta sigue presente: ¿es tan saludable como la fresca? Pues si.
Quizás pienses que algo se escapará durante el proceso de secado, pero si éste se hace correctamente, sólo pierden el agua y un mínimo de vitamina C mientras se conservan una gran abundancia de sustancias saludables incluyendo el hierro, potasio, antioxidantes y fibra.

Como es de esperar, cada tipo de fruta seca encierra su propio tesoro secreto:
Los higos contienen 3 veces más cantidad de calcio que otras frutas y un plus adicional de fósforo, que ayuda favorablemente al organismo a absorber el calcio. Los beneficios para huesos y dientes son indiscutibles.

Las frutas amarillentas, como melocotones y albaricoques aportan abundante betacaroteno, es decir, provitamina A, un auxiliar indispensable para mantener en perfecto estado la piel, ojos y mucosas.

Las ciruelas pasas ocupan un puesto de honor en el ranking de los antioxidantes, esos elementos tan importantes de cara a la lucha contra el envejecimiento. Todo ello sin olvidar su riqueza en fibra, lista para presentar batalla a los estómagos perezosos.

Las uvas pasas son un gran aliado del corazón. Y no es de extrañar; al fin y al cabo son uvas secas y, como las frescas, contienen colesterol HDL destinado a luchar contra los ataques al corazón. También aceleran el paso de la comida a través del colon, limitando así el tiempo a disposición de los potenciales agentes cancerígenos.

Algo tienen que tener malo y son el nivel calórico que poseen. La mayoría de las frutas secas tienen más calorías que sus equivalentes frescas y además llevan una carga mayor de azúcar. En este campo energético hay que recordar que, de hecho, el 70 % de las calorías de algunas frutas secas llegan precisamente de la mano de sus azúcares. Sin embargo, el organismo asimila mejor el azúcar de las pasas que el que recibe de un refresco, por ejemplo. Ambos aportan un alto contenido en azúcar, pero mientras que el del refresco tiene un efecto de empuje energético inmediato, con una bajada dramáticamente rápida, el de las pasas se mantiene más constante. De ahí que sea aconsejable acudir a este tipo de fruta cuando necesites un refuerzo ara seguir trabajando a pleno rendimiento.
La razón está en la fibra que ralentiza la asimilación del azúcar e impide su acumulación en la sangre. De esa forma la corriente sanguínea es más fina y fluida y cierra el camino a posibles ataques de corazón.

En resumen, las frutas secas te proporcionan energía, antioxidante, vitaminas y minerales. Son estupendas como aperitivo y tentempié, tienen un interesante papel a la hora de elaborar con ellas postres dulces y compotas y proporcionan grandes contrastes de sabor cuando acompañan platos de carne.