martes, 23 de marzo de 2010

Helados.


Es, sin duda, el placer veraniego por excelencia. Ligeramente dulce o con un punto ácido, cremoso o de hielo, pocos son los que pueden resistirse a un helado en los meses de calor. Una opción sana y equilibrada si se toma en su justa medida. Y es que, en los últimos años, los fabricantes de helados han conseguido una reducción calórica de un 30% gracias a una disminución de sus grasas y azúcares, así como de su contenido en sal.

Lo cierto es que el contenido energético del helado no supera las 250 kcal por 100 gramos. Es decir, menos que una tarta de chocolate o que un vaso de leche con un croissant. Pero el helado es más que una golosina refrescante: constituye una fuente de nutrientes esenciales que deben incluirse en cualquier dieta sana:

· Gran aporte de calcio: Los que están elaborados con leche son el producto lácteo con más contenido en calcio por 100 gramos. Por tanto, constituyen una buena alternativa cuando se necesitan cantidades extra de este mineral (crecimiento, embarazo, osteoporosis,…).
· Alimento completo: Además de calcio, te aporta una buena dosis de proteínas y vitaminas A y D.

El secreto para que no te engorde reside en consumirlo con moderación e incluirlo en tu menú de la forma correcta. Por ejemplo, si lo tomas como postre en lugar de fruta, deberás compensar la falta de fibra en esa comida con verdura y ensalada. Y recuerda que si los preparas tú mismo con zumos y frutas naturales y con lácteos desnatados restarás muchas calorías.

Las tentaciones más ligeras son:

· Polos y sorbetes: Son los que menos calorías llevan (100 kcal por 100 gramos). Entre el 85-90% de su composición es agua, por lo que su contenido en grasas y azúcares es mucho menor que en los de leche, pero también llevan menos nutrientes.
· Versiones light: Son una opción intermedia entre los polos y los helados cremosos. Se elabora con leche o yogures desnatados y frutas, reduciendo así la cantidad de grasa. Contienen 150 kcal por 100 gramos.
· Granizados: Son tan ligeros como los polos y ofrecen un sinfín de posibilidades. Puedes elaborarlos tú mismo en casa a base de té, limón, naranja o la fruta que prefieras.