miércoles, 3 de marzo de 2010

Aceite de oliva.


El aceite de oliva, también conocido como el “oro líquido”, tiene entre sus componentes más preciados a las grasas monoinsaturadas (ácido oleico) de las cuales es el máximo exponente. También es importante su contenido en fitoquímicos, que combaten enfermedades, y en vitamina E. Un consumo diario y moderado puede prevenir la diabetes, artritis reumatoide, apoplejía, y cánceres de mama y colon.

La grasa monoinsaturada que contiene ayuda a disminuir el colesterol total y el LDL, y sube los niveles de colesterol HDL que es el que ayuda a limpiar las arterias proporcionándole a estas grasas un alto poder cardioprotector.
El hidroxitirosol, la oleuropeína, los lignanos y la vitamina E que encontramos en el aceite de oliva presenta un gran poder antioxidante que protege contra cáncer de mama, colon, próstata, hipertensión, cardiopatías y bacterias que causan infecciones.

Para que se conserve en perfectas condiciones y no pierda ninguna de sus cualidades se recomienda guardarlo en un recipiente hermético en el frigorífico o en un lugar seco y oscuro. Si se opta por conservarlo en el frigorífico será necesario dejarlo fuera un tiempo para que alcance la temperatura ambiente y sea fácil verterlo.

Lo mejor es elegir los aceites de oliva extra virgen o prensados en frío ya que estos son los menos procesados y sufren en menor medida el calor y el uso de componentes químicos manteniendo así su contenido nutricional.